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A pesar de que los vacíos en el conocimiento de la ETOLOGIA CANINA aún son abismales, afortunadamente los investigadores del comportamiento de los perros ya están avanzando a grandes pasos en el camino hacia su entendimiento profundo y de base. Una convivencia feliz conjunta con nuestros perros parece compleja sino hacemos el esfuerzo de comprender cómo PERCIBEN, cómo PIENSAN y cómo SIENTEN. Y así nos estamos empezando a dar cuenta de que la MODIFICACION DE PROBLEMAS DE CONDUCTA en los perros requiere considerar la raíz real de lo que hay detrás pero no vemos: los problemas emocionales. Descubre en este extenso y detallado post las infinitas ventajas del poder invisible del PROCESO DE RECONSTRUCCION EMOCIONAL

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“EL PODER DE LO INVISIBLE:  LA RECONSTRUCCION EMOCIONAL CANINA”

La importancia de las emociones en nuestros perros.

 

Saltando el innecesario-por-evidente debate sobre si los perros tienen o no emociones, y el tipo de emociones que manifiestan, podemos decir que sus emociones, como las nuestras, son todo lo que son.

 

Prácticamente nada en el perro ocurre sin que haya una emoción detrás.

 

Las emociones en los perros influyen en aspectos tan diversos e importantes como por ejemplo:

  • el tipo de aprendizaje o incluso la incapacidad para aprender o la ausencia de aprendizaje,
  • sus expresiones faciales y corporales, denominadas expresiones emocionales,
  • su estado de ánimo o emocional general,
  • el funcionamiento bioquímico de su organismo, lo invisible de lo que son,
  • su respuesta o comportamiento ante TODAS las situaciones a las que se ve expuesto en su día a día.

 

 

Por tanto, “diseccionar” con profundidad lo externo que vemos de un perro debería ser sinónimo de evaluar al detalle todas las emociones que le han llevado a ser lo que es, a comportarse como lo hace, y, desde el punto de vista de la educación canina, a desarrollar problemas de conducta que son necesarios “revisar”.

 

Implicaciones del estado emocional sobre problemas de comportamiento en los perros.

 

Lo primero de todo, deberíamos plantearnos lo siguiente: ¿qué es realmente un problema de conducta?

 

No es nada fácil definir “problema de conducta de un perro” porque en realidad, en la mayoría de las ocasiones, depende mucho sino todo de la propia percepción subjetiva de la persona o personas con las que convive.

 

Para nosotros, un problema de conducta podría definirse como “todo aquel comportamiento de un perro que, saliéndose generalmente de sus conductas naturales, provoca un rechazo social justificado al tiempo que ocasiona en el propio perro problemas emocionales”.

 

Esta última afirmación es fundamental: que te quede claro que a tu perro probablemente no le gusta y no se siente bien siendo responsable de situaciones de tensión social.

 

Simplemente es la única manera que le ha quedado de solucionar una determinada “situación” después con alta probabilidad de haber probado muchas otras alternativas previamente.

 

 

Casi con seguridad el problema lo hemos provocado nosotros, las personas, porque una vez tras otra no hemos escuchado lo que ese perro nos estaba “gritando en silencio” cuando estaba incómodo y que esa situación no era la más adecuada para él en ese momento.

 

¡Amigo humano, esto me está superando!… pero no fue escuchado hasta que los problemas de verdad aparecieron.

 

Desde el punto de vista fundamentalmente emocional, los problemas de conducta de los perros ante una situación determinada pueden desarrollarse debido a varios orígenes:

 

ORIGEN I: resultado de un aprendizaje, dentro del cual hay dos posibilidades:

 

a) puede ser el resultado de la emoción asociada a una experiencia traumática, generalmente la emoción del miedo. Se trata por tanto de una situación de carácter emocional negativo (miedo, ira, aversión/asco, tristeza, a veces sorpresa) y de una intensidad suficientemente importante para generar una “huella emocional” en ESE perro, de tal forma que a partir de entonces se produce un comportamiento diferente (problema de conducta) al que anteriormente dicho perro mostraba ante esa exposición (comportamiento neutro).

 

 

b) puede ser el resultado de una exposición relativamente continuada o frecuente a una situación determinada de carácter emocional negativo (miedo, ira, aversión/asco, tristeza, a veces sorpresa) a una intensidad baja o media, que acaba provocando en el perro un condicionamiento negativo y la percepción de que “aquello” no es algo neutro o positivo, y que por tanto “dispara” el problema de conducta a medio o largo plazo.

 

ORIGEN II: cuando los perros sufren un estado emocional muy degradado durante el suficiente tiempo, generalmente empiezan a aparecer problemas de conducta colaterales. Este perro comienza a “reaccionar” negativamente frente a situaciones normales que hasta hace poco tiempo gestionaba relativamente bien. ¿Por qué? Porque la carga emocional empieza a hacerse tan pesada que el perro libera el estrés crónico por donde puede.

 

ORIGEN III: la genética tiene un componente muy importante en las emociones de los perros, lo cual ha sido ampliamente demostrado en relación con el miedo. Hay perros que tienen mucha más tendencia natural o innata a desencadenar reacciones de miedo que otros. Para estos perros con mayor sensibilidad, es mucho más “fácil” desarrollar problemas de comportamiento. Como siempre, ser realista con el perro con el que convivimos es una herramienta fundamental para combatir la frustración. En este sentido, la epigenética (modificación de la expresión de los genes en función del ambiente) juega un papel esencial a nuestro favor.

 

En cualquier caso, es vital comprender que las emociones tienen un componente de individualidad tremendamente importante.

 

Lo que causa la emoción puede ser interpretado de manera completamente subjetiva por cada perro. Lo que a un perro puede provocar un miedo atroz a otro perro le puede parecer incluso divertido.

 

Empezando a construir la casa por el tejado: ¿por qué las terapias de modificación de conducta no están funcionando con tu perro?

 

Aunque he vivido toda la vida con perros, no fue hasta hace 10 años que empecé a aprender a nivel profesional sobre terapias de modificación de conducta. Habíamos adoptado al ahora anciano Wily y sus problemas de miedo en la calle eran terribles. Inicialmente no le di mucha importancia, simplemente me pareció que dándole tiempo las cosas se irían solucionando por sí solas. Sin embargo, al ver que no era así, acudí a mi primer centro profesional de educación canina.

 

Por no hacer muy extensa la historia, a partir de entonces comenzó mi peregrinaje por profesionales, libros, cursos, posts de internet y un sin fin de técnicas y materiales de trabajo de lo más variopinto.

 

 

Era algo automático: veía el anuncio de una nueva propuesta de formación y sentía que esta era ya la fórmula mágica que andaba buscando. Después de probar todo, un día me vino la luz.

 

El cambio pasaba por la reconstrucción emocional de los perros con problemas de conducta.

 

¿Por qué creo firmemente que esto funciona es así? Aunque es mucho más complejo, trataré aquí de explicártelo brevemente: porque ese perro necesita aprender una nueva forma de hacer las cosas o al menos volver a aprender la que tenía antes de desarrollar el problema, y no hay aprendizaje posible en situaciones de estados emocionales degradados.

 

¿Crees que una persona se puede concentrar para estudiar o memorizar correctamente cualquier información mínimamente compleja si está pasando por una depresión? A tu perro le pasa lo mismo.

 

Por este motivo, dudo mucho que ninguna pauta de modificación de conducta pueda ser útil en esas circunstancias, ni siquiera las “mejores”, aunque es cierto que no siempre lo mismo funciona igual de bien con todos los perros (adaptación metodológica). Tu perro simplemente no está preparado en ese momento para estudiar y aprender, por más que te empeñes en dedicar tiempo, esfuerzo o dinero, dichas pautas simplemente no son funcionales porque tu perro está emocionalmente “tocado”.

 

Por supuesto, con menos razón aún las metodologías que podríamos agrupar como metodologías deterministas, ya de por sí con una argumentación bastante frágil.

 

Se trata de aquellas pautas de modificación de conducta que establecen una relación causa-efecto directa e inmediata, tipo receta: “si tu perro hace esto, haz esto otro”, sin mirar mucho más allá en las causas u orígenes del problema.

 

Igualmente, esta argumentación aplica en el caso de problemas de conducta encadenados. Tu perro puede comenzar a hacer algo que antes no hacía, por ejemplo, empezar a ladrar a personas desconocidas, cuando realmente la raíz del problema es de tipo emocional, con lo que por más que intentes aplicar metodologías como una desensibilización sistemática usando un clicker para “positivizar” a la gente, nunca conseguirás una solución sólida.

 

Simplemente los cimientos de esa “casa” son demasiado frágiles.

 

 ¿Qué es la reconstrucción emocional canina entonces y cuáles son los pilares conceptuales sobre los que se sustenta?

 

En pocas palabras, podríamos decir que la reconstrucción emocional canina sería el “proceso por el cual se lleva a cabo la recuperación del estado emocional general de un perro cuyas emociones negativas le han llevado a un estado anímico degradado “.

 

 

Los 6 pilares conceptuales sobre los que se sustenta la reconstrucción emocional canina son:

 

1) eliminar o reducir AGENTES ESTRESORES.

El estrés facilita la aparición de emociones negativas, como la ira. Bajo una situación de estrés crónico un perro no puede ser feliz, y no ser feliz supone la degradación progresiva del estado emocional general del perro. La reducción del estrés canino lleva a conseguir estados emocionales más positivos, lo cual puede contribuir a notables mejorías en relación a sus problemas de conducta.

 

No existe proceso de reconstrucción emocional canina sin un comienzo aplicando una revisión de los agentes estresores para ese perro en concreto y elaborando un plan de reducción de estrés individualizado para dicho cada perro.

 

2) mejorar la AUTOESTIMA del perro y favorecer la MADUREZ.

Los perros adultos son capaces de tomar una diversidad de decisiones tremendamente elevada de una forma acertada. Sin embargo, las personas vivimos constantemente tratando de ejercer control sobre sus actos y decisiones. Esto, además de limitar la capacidad de decidir de forma acertada por parte del propio perro, provoca un deterioro enorme de la autoestima en dicho perro.

 

Por supuesto, la autoestima está íntimamente relacionada con el estado emocional del perro: ¿quién puede ser feliz si está descontento con quién es? ¿si no cree en sí mismo?

 

El problema puede venir a la hora de ver cómo concretamos esto para los perros, sino podemos hablarles. Algunas ideas podrían ser:

1) Una de las mejores herramientas que tenemos a día de hoy para ello es proponer al perro pequeños retos mentales, de dificultad suficientemente alta para que supongan un aprieto para él, pero suficientemente baja para que pueda superarlos. Poco a poco, podremos ir incrementando la dificultad.

2) Ejercicios de flexibilidad mental, como el juego de la caja o el moldeado libre. ¿Qué queremos con ello? Cambiar las normas de nuestra relación con el perro en el pasado. Cuando antes le decíamos qué hacer, ahora esperamos que el perro proponga, y reforzamos su creatividad.

 

 

3) favoreciendo la autonomía e independencia del perro. Reduce el control sobre tu perro: elabora una lista de situaciones en las que puedes dejar de estar encima de tu perro y permítele decidir cuantas más cosas mejor de su vida cotidiana.

 

3) satisfacer sus NECESIDADES BASICAS SUPERIORES: conductas sociales, conductas exploratorias, conductas individuales.

 

Los perros tienen diversas necesidades básicas, desde las necesidades elementales o tipo I (comida, agua, orina, heces), pasando por las de tipo II (protección, confort, salud, descanso), hasta las que hemos denominado necesidades superiores o tipo III. A lo largo del tiempo hemos observado que existe un gradiente de desatención social desde las tipo I a las tipo III, por lo que un proceso de reconstrucción emocional de calidad debería asegurar que las necesidades superiores son también satisfechas:

 

a) conductas sociales: los perros son animales sociales y, como tales, necesitan relacionarse con unos criterios de calidad tanto con otros perros como con personas.

b) conducta exploratoria: todos los perros, con independencia de su raza, edad, sexo, pasado o presente… disfrutan de la maravillosa combinación que supone la ecuación de ejercicio físico + ejercicio olfativo.

c) conducta individual: ¿qué gustos e intereses tiene tu perro individualmente? algunos de estos intereses dependen de la raza (ej. pastorear en un border collie) pero muchos otros de estos gustos dependen ya más de cómo es ese individuo concreto. Una pregunta inmediata que suele surgir es: ¿conoces a ese perro con el que estás conviviendo?

 

Dicho lo anterior, todos deberíamos ser conscientes de lo siguiente: ¿cómo esperas tener un perro feliz y emocionalmente sano si no satisfaces sus necesidades básicas? Para ser feliz, tienes que hacer las cosas que te gustan.

 

 

Un perro para ser feliz tiene que ser todas estas realidades a la vez: individuo > raza > especie (perro) > carroñero > mamífero > ser vivo.

 

Pretendemos hoy en día con mucha frecuencia que los perros tengan vidas más de humanos que de perros, y eso es el principio del fin, el origen de muchísimos si no todos los problemas de conducta. Por ello, un plan de reconstrucción emocional debe incluir siempre un apartado destinado a revisar las necesidades básicas del perro y modificar todo aquello que sea necesario.

 

4) mejorar la relación del perro con su ENTORNO AMBIENTAL y SOCIAL.

 

Para un perro debe ser difícil estar bien emocionalmente si su entorno, todo aquello o parte de lo que lo rodea, no lo favorece.

 

Para ser útil, un plan de reconstrucción emocional debería asegurarse de que revisamos todos los factores relevantes relacionados con el entorno, en concreto a dos niveles:

 

a) entorno ambiental: ¿cómo es el ecosistema en el que convive el perro desde un punto de vista abiótico? Es decir, cómo afectan emocionalmente al perro todos aquellos elementos “no vivos” de su entorno. Estamos hablando de aspectos tales como ruidos y vibraciones, temperatura, humedad, estructura física del entorno donde vive (tamaño de las calles y aceras), tránsito de vehículos…

 

 

b) entorno social: al margen del proceso de socialización como mecanismo de aprendizaje o disfrute, ¿cómo se relaciona nuestro perro con los demás seres vivos con los que entra en contacto físico directo o indirecto (ej. a través del olfato)? ¿con personas conocidas y desconocidas? ¿con perros conocidos y desconocidos? ¿con individuos de otras especies como por ejemplo gatos?

 

5) modificar las EMOCIONES en situaciones de conflicto.

 

Las emocionesper se” tienen un valor, algunas son positivas, otras son negativas, y las hay que pueden ser de uno u otro tipo. Sin embargo, esto no quiere decir que siempre que el perro se vea expuesto a una situación que origine una emoción negativa, esto tenga que suceder permanente así durante el resto de su vida.

 

En un proceso de reconstrucción emocional canina podemos y debemos trabajar de manera activa para revertir el valor que ciertas situaciones, estímulos, personas o perros, tienen sobre nuestro perro.

 

Por supuesto, hay situaciones, estímulos o contextos sobre los que este cambio emocional no se puede realizar o no es viable, bien por factores relacionados con el propio perro (ej. nuestra Leela nunca dejará de sentir la emoción de asco ante determinados olores) o bien por parámetros relativos al propio tipo de estímulo en sí mismo (ej. es difícil que determinados estímulos puedan dejar de provocar miedo, como el sonido inesperado de una detonación). Sin embargo, para muchas situaciones es posible cambiar el tipo de emoción que se dispara en el interior del organismo del perro: ¿acaso en lugar de sentir miedo por las personas desconocidas no podrías empezar a sentir alegría? Muchas veces la solución más realista simplemente se reduce a convertir la emoción disparada ante esas situaciones en algo un poco más neutro, es decir, no es necesario cambiar de una emoción negativa a otra emoción positiva, sino simplemente reducir la intensidad de la primer de ellas.

6) aprender a DISFRUTAR JUNTOS.

 

No es posible una relación de felicidad conjunta con tu perro si no aprendes a disfrutar con él.

 

Los perros emocionalmente muy afectados necesitan volver a confiar en que pueden compartir momentos maravilloso con nosotros y creer así que pueden ser más perros y menos personas.

 

Olvídate de la jerarquía, de la dominancia, de las imposiciones y discusiones con tu perro y créenos cuando te aconsejamos que la mejor manera de comenzar el proceso de reconstrucción emocional es disfrutando.

 

 

Por supuesto, para poder disfrutar de tu perro necesitas entender qué es lo que le gusta hacer. A tu perro no tiene porqué gustar hacer lo que a ti te gusta, lo que a ti te gustaría hacer con él, o en el momento preciso que a ti te apetece. Disfrutar ambos conjuntamente es una actividad que requiere empatía por parte de ambas partes. ¿Te gustaría que tu perro te llevara a ti a correr 20 kilómetros el día que más cansado has llegado de realizar todo el día un duro trabajo físico? Quizás no, ¿verdad?

 

¿Es la reconstrucción emocional canina la solución única y definitiva para los problemas de conducta?

 

Sin lugar a dudas, la respuesta sería “NO SIEMPRE”. Esto implica que a veces sí lo es, esas maravillosas ocasiones en las que por arte de magia desaparecen los problemas que tenía nuestro perro sin haber realizado sobre él absolutamente ningún trabajo directo, sino solamente emocional.

 

Pero dicha respuesta implica también que en otras ocasiones debemos añadir algo más de trabajo para solucionar los problemas de conducta de nuestro perro.

 

En resumen, podemos decir que nos encontramos con dos situaciones diferentes:

 

1) muchos de los problemas directamente desaparecen sin necesidad de hacer nada más, puesto que a medida que bajamos el estrés y el perro se va sintiendo mejor consigo mismo y con su entorno, deja de reaccionar a determinados estímulos;

 

 

2) para el resto de problemas que no han desaparecido, de seguro que su intensidad se habrá minimizado y además el perro siempre tendrá una mejor disposición para mejorar y aprender, por lo que será mucho más fácil la aplicación de pautas de modificación de conducta más activas.

 

Los “parches” o “tiritas” paralelos al trabajo emocional.

 

El proceso de reconstrucción emocional canina, aunque sólido y de calidad, generalmente no genera un cambio inmediato en las conductas no deseadas del perro. Por ello, los “parches” o “tiritas” al trabajo emocional son herramientas que vamos a necesitar en la mayoría de las ocasiones. Se trata generalmente de pautas con una base no emocional, sino más bien conductistas o deterministas, que nos permiten sobrellevar una situación inesperada que nos supera a nosotros y/o a nuestro perro. Estos “parches” o “tiritas” son muy habituales y las personas que convivimos con perros los llevamos a cabo para afrontar determinadas situaciones que se pueden dar en nuestro día a día entretanto el trabajo de reconstrucción emocional aún no ha generado sus frutos.

 

Por tanto, hay que asumir que tendremos que utilizar estos “parches”, pero es muy importante que destaquemos que debemos tener cuidado para no quedarnos atrapados en ellos.

 

En cualquier caso, los “parches” o “tiritas” son y deben ser una solución temporal en el camino a la solución definitiva.

 

En conclusión: cuando tu perro tiene problemas, olvídate de aplicar metodologías puramente deterministas. Debemos entender que un proceso de reconstrucción emocional es fundamental en la mayoría de los perros con problemas de conducta severos o graves, de modo que las pautas que podamos aplicar para solucionar dichos problemas pocas veces serán útiles si nuestro perro no está emocionalmente preparado para asumir dicho aprendizaje.

 

Fuente: labrujulacanina.com